Con la llegada de la primavera todo el mundo experimenta una mejoría
del estado de ánimo. Varios estudios han establecido una relación entre la
producción de serotonina (también llamada hormona del humor o del placer)
por parte del cerebro y la duración de la luz solar.
Además, el sol también nos ayuda a sintetizar vitamina D,
necesaria para la fijación de calcio en los huesos.
¿Cómo nos pueden ayudar los alimentos a obtener lo mejor del sol minimizando sus
riesgos?
La naturaleza es muy sabia, y con los alimentos de temporada
nos proporciona herramientas para aprovechar al máximo los beneficios del sol y
a la vez protegernos de sus efectos nocivos.
Una característica de toda la fruta de verano es que es rica en
agua, lo que nos ayuda a evitar la deshidratación causada por las altas
temperaturas.
Si lo que nos interesa es conseguir un bronceado uniforme y
duradero, el nutriente que debemos aportar con la dieta es el betacaroteno, que
tiene una doble función: por una parte favorece la síntesis de melanina, y por
otra, en el organismo se convierte en vitamina A, potente antioxidante que
neutraliza los radicales libres producidos por el sol.
Este nutriente lo encontraremos en el melocotón, melón,
nectarina, pimiento rojo, tomate, albaricoque, níspero…en general en los que
predomina el color amarillo.
Un efecto nocivo que tiene el sol es que produce radicales
libres que agraden a nuestras células, acelerando el envejecimiento.
Esto se puede evitar aumentando la ingesta de vitaminas antioxidantes.
La vitamina E se encuentra mayoritariamente en el aceite de girasol, y la
vitamina C está presente en los cítricos, fresas, kiwi, pimiento, melón, tomate…
Tampoco tenemos que olvidar que para mantener la piel hidratada
y firme hay que proporcionarle los ácidos grasos esenciales a través de la
dieta, asegurándose de incluir en ella aceite de oliva, frutos secos y pescado
azul.